Untitled Document

 

"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

www.surda.se

 

 

15-01-2016

El canto de cisne del foquismo 3

 

 

 

 

 

SURda

Notas

Opinión

c.e.r

Los capítulos 3 al 9 forman posiblemente el núcleo más importante de “La experiencia tupamara”. Abarcan casi 7 años de actividad política del viejo MLN-Tupamaros y es un período en el que Jorge Zabalza se mueve con completo conocimiento de causas y efectos. Un periodo en el que fue –actividades y prisiones- protagonista activo.

El período forma también parte del terreno y los episodios más conocidos y que se pueden encontrar en la mayoría de los libros, pero a diferencia de los otros narradores -inclusive la visión del más conocido entre los “históricos” (EFH)- la visión de Zabalza presenta singularidades propias, introduce el realismo del análisis, la reflexión, y no pocos pasajes de observación crítica.

Lo que hemos querido calificar como la “visión apologética” de la historia de la vieja epopeya tupamara tiene la carencia fundamental de no introducir evaluaciones críticas en el análisis. Ni en la narración casi de “aventuras” de EFH, como en la más realista de Rolando Sasso, que con más trabajo de campo, entrevistas y reportajes, nos brinda a través de la narración elementos críticos o, críticas que se desprenden del mismo relato, de la mera narración. En Zabalza por el contrario –éste es su punto fuerte- la reflexión crítica, la frase, la observación, está presente en todos los capítulos. Enlaza una crítica con las otras para ir configurando su particular aporte. Es por eso que su obra es muy superior a las versiones “oficiales” de “lo que queda” después de las transformaciones del viejo aparato.

Hay también un enriquecimiento notable de datos, de complementaciones necesarias, inclusive información inédita sobre composición de los círculos conservadores, sus alas más reaccionarias y sus actividades. Trabaja en el mismo terreno que otros han trillado, pero de una manera original, con perfil propio. Algunos capítulos son francamente brillantes, Zabalza se mueve entre los datos cronológicos con soltura, firmeza y elegancia. Los ordena –a veces- a voluntad propia, saltándose las cronologías establecidas, pero lo hace para resaltar con más efectividad puntos que considera necesario enfatizar. Su lectura dejará al lector agradablemente sorprendido y le hará surgir más de una sonrisa de aprobación.

Es aquí –posiblemente- donde la visión crítica de Jorge Torres “La derrota en la mira” (2002 ya citado) tiene sobre él mayor influencia. Se impondría una lectura comparativa de ambos, para establecer las similitudes y diferencias, pero esa tarea se la dejamos a los lectores curiosos augurándoles que será una lectura edificante y provechosa. Sin embargo, para nosotros, exige un tiempo del cual no disponemos, después que hemos encarado estas notas de crítica. Empezada esta serie de notas, el reloj y los tiempos apremian. Los tiempos pacíficos que vivimos, el mismo verano, son más que convenientes –para los lectores jóvenes- que quieran paulatinamente introducirse en la buena práctica de las lecturas metódicas, la toma de notas, las pausas de reflexión y, otras necesidades intelectuales válidas. Recomendamos además, que esa tarea se realice colectivamente, entre amigos, preocupados seriamente por el tema.

Jorge Zabalza en este conjunto de capítulos pinta, nuevamente, un fresco de gran tamaños: en él se entrelazan los acontecimientos nacionales, las diferentes corrientes políticas en que estaba divida la opinión pública, ciertos acontecimientos políticos que tuvieron su epicentro en Cuba (con influencia en los sucesos uruguayo y particularmente en la nueva izquierda) y la multitud de peripecias que atravesó el viejo MLN-Tupamaros en su etapa fundacional, con sus primeros pininos de violencia, los retrocesos a veces brutales que implicaba la represión y el desmantelamiento casi total del esfuerzo, la recuperación del mismo gracias al esfuerzo de sus militantes y el creciente apoyo popular que lo hacía posible. Fue el periodo en que una nueva izquierda irrumpió en la escena uruguaya, liquidó por la vía de los hechos una serie de diferencias con la izquierda contestataria rival y se afirmó como una posibilidad seria de vanguardia no solo en la conciencia colectiva, sino que también conquistó la sorpresa y la admiración en el resto de América, Cuba incluida. Fue el proceso de nacimiento, primeros pasos y afirmación definitiva del viejo MLN-Tupamaros.

Pero Zabalza que conoció demasiado bien el final de la historia (y en carne propia!!!) no se queda en la visión complaciente, autosatisfecha. Por el contrario, minuciosamente va anotando los aspectos negativos, críticos, en una cadencia creciente que culmina en el capitulo 7 “Telaraña o autorganización” , posiblemente el más logrado, de este conjunto de capítulos que analizamos. Allí brillan algunas reflexiones sobre la relación vanguardia revolucionaria en la relación con la masa del pueblo con un vigor y poder de imaginación verdaderamente dignos de felicitación. Se despliega con todas sus galas, su actual visión insurreccional. Es, indudablemente, un horizonte perfectamente vislumbrado, analizados desde diversos ángulos, con riqueza notable de inventiva.

Ya hemos señalado que no compartimos lo subyacente (el foquismo) del cual el mismo esta impregnado, pero Zabalza no es “un radicaleta”, es un revolucionario en serio, que no se guía por rabietas ocasionales u, estados de ánimo. Sus reflexiones las hace desde “el cuero propio que dejó en la alambrada”, cuestión que una mínima seriedad intelectual obliga a considerar.

Hay libros cuya finalidad es convocar a la acción (éste lo es, eminentemente) y como sus destinatarios son hombres y mujeres jóvenes, los destinatarios de “futuras insurgencias” y sabiendo –como lo hemos constatado- que hay jóvenes que -en monografías y trabajos de estudio- han tomado la “historia reciente” como el tema de esos trabajos secundarios y/o universitarios, nos atrevemos a dar estos consejos: los trabajos “de afilamiento” teóricos son hoy más necesarios que nunca, para salir “de los vicios” intelectuales, de las “modas” y de las “ondas”, de todas las novelerías que eran muy comunes en la vieja izquierda y, que en la juventud asaltan a esas nuevas generaciones que sienten “que saben muy poco” de lo que pasó hace ya sus buenos 40 o 50 años.

Por enfocar “el pasado reciente” con liviandad, sin seriedad –cuestión que hacen muchos periodistas y escritores de la “prensa seria” (y burguesa) nos llevamos “sorpresitas” como el verdadero “papelón” que hace bastante poco tiempo protagonizó ciertos periodista “estrella” del diario “El Observador” cuando tenía “la primicia” de una entrevista con H. Amodio Pérez y terminó después de una entrevista muy deslucida, confesando el “hastío” que le provocaba “la historia reciente” (por su mal manejo de lecturas y su falta de notas y fechas) para las preguntas, que el entrevistado, le remarcó con sorna (para que se dejara “de cancherear”), es más que suficiente.

Seguir, en una publicación “progresista”, el semanario “Brecha” las constantes pifias de algunos de sus reporteros, cuando enfocan estos temas, es también notable para el observador que sabe de lo que se habla. Y la juventud de ahora, que tiene medios muy superiores a los de nuestra generación (la del libro y la máquina de escribir) porque puede aventurarse por las vías cibernéticas es,- como todas las juventudes- curiosa, pero también robusta y maliciosa. “Los chicos crecen” señalaba escuetamente el dirigente sindical Ruben Sassano, cuando cierto joven que alguna vez fuimos se animó a discreparle a la “vaquita sagrada” que fue -en su momento- el difunto militante Cultelli, dejándolo atónito, sorprendido y bastante molesto.

Pero… nos vamos del tema…

Una cuestión que es básica y central cuando hablamos del “foquismo” es que debemos separar entre sus iniciadores (Fidel Castro, Ernesto Guevara y Regis Debray) algunas cuestiones que son importantes: Guevara que fue la principal víctima de “aquella teoría” era “foquista” pero también era “algo más”. Su grandeza trasciende “su foquismo” y no se agota en el mismo, va –incluso- más allá, como lo atestiguan sus estudios de economía y sus reflexiones sobre “el socialismo real”. Y es una excelente muestra del revolucionario que supo combinar la teoría y la acción, el pensamiento y el compromiso.

La “teoría del foco” además era un intento de reflexión teórica sobre un hecho que hoy –después de la “implosión” del “socialismo real”- esta tan vigente como en los primeros debates que se dieron al seno de la “primera revolución obrera victoriosa” en Rusia . La revolución socialista no puede lograrse, desarrollarse y consolidarse a menos que se extienda al mundo entero. Hoy este tema ha vuelto a tomar vigencia después de la experiencia histórica –que fue su perversión- del “socialismo en un solo país”, el núcleo central del mito estalinista. Esto –hace sus buenos 55 años- lo tenía muy claro la dirección política cubana y muy especialmente -y con mucha consecuencia- Ernesto “Che” Guevara. Por eso el “foquismo” debe considerarse bajo el prisma de esa cuestión central, como un “subproducto” de la misma.

Sirva esta observación, para la taréa de “hilar fino” cuando nos referimos “al foquismo” del Che Guevara. Si lo señalamos entre sus iniciadores no es solamente porque él lo menciona en sus libros reiteradas veces, sino además porque sus observaciones contrarias al inicio de la actividad armada en Uruguay (discurso en el Paraninfo) han sido la coartada perfecta para los argumentos de EFH, -documentados tantas veces!!!- y que Jorge Zabalza sigue (ver págs. 48 a 52 de la citada obra).

Finalmente –algo más- el foquismo no es sinónimo de actividad guerrera, militar, de accionar político con las armas en la mano meramente. El foquismo es una variable –la cubana - de un accionar que las corrientes socialistas no pueden descartar: la actividad armada. El principal expositor de la misma fue un intelectual francés, Regis Debray, pero a nadie se le oculta que “el bombo” que se le daba a sus dos primeras obras ( “El Castrismo: la larga marcha de Am. Lat” y “?Revolución en la Revolución?” 1967), la rápida difusión editorial de las mismas, el repentino papel plenipotenciario que tenían sus viajes y las tareas encomendadas al mismo en América Latina con respecto a la aventura de Bolivia, tenían detrás el respaldo de la más alta jerarquía política en La Habana, Fidel Castro.

Jorge Zabalza cuando para justificarla invoca ciertos documentos internos del viejo MLN-Tupamaros, se repite en la misma soberbia inconsistente de su antiguo “patrón” (EFH). Se copian el uno al otro, lo cual demuestra –por más que invoque Zabalza su agradecimiento intelectual a ciertos críticos (Jorge Torres el principal o, Cultelli)- que sigue teniendo la misma visión unilateral que se impuso en aquellos tiempos.

Justamente, el aporte crítico de Jorge Torres, fue especificar en su libro “La derrota en la mira” esa particular evolución que tomó en Uruguay aquel foquismo como padre putativo del “aparatismo” y del “militarismo verticalista”. Tomar las armas, usar las armas, evitando el “fetichismo de las armas” que puede –eventualmente- seducir a tantos es, en esto, una cuestión central. En China –en condiciones muy especiales- este tema logró plasmarse en una consigna sintética: “el partido manda al fusil” una fórmula –salvando las circunstancias y el tiempo- absolutamente precisa. ( Los corchetes tienen la finalidad de que no nos acusen de “maoistas” que nunca lo fuimos ).

O dicho de otra manera “los ferreteros” para poder ser “ferreteros” primero tienen que entender “de política”. Y eso hay que tenerlo muy claro. Por no estar claro entre los “históricos” el problema, por no intervenir, conducir, y clarificar permanentemente el problema, es que la denominada “desviación” se afianzó y, finalmente, fructificó en una derrota estruendosa.

La vida misma, la reflexión personal, llevó a decenas de militantes, apenas salieron de las prisiones y tomaron contacto –en otros países- con la realidad, fue justamente, tomar cursos de ciencias políticas. Tanto en Chile, como en Cuba, como en los países europeos. Y lo hicieron porque esos cursos no se impartían en Punta Carretas, donde existieron más que condiciones propicias para encarar el tema y orientar verdaderas campañas de “educación política” de la militancia. Las discrepancias de ciertas corrientes de compañeros (entre otras la pésimamente denominada “Microfracción”) es una muestra evidente de lo que señalamos. Y el gran fracaso de la dirección “histórica” y de los “históricos” y “vacas sagradas” fue justamente no poder, no saber y no ejercer “la conducción”.

Los revolucionarios argentinos del ERP, tenían muy claro el tema de “aprovechar” la estadía en las prisiones, para reforzar la capacidad de estudio y lectura de sus militantes. Y su máximo dirigente Roberto Santucho ejercía casi un rol rectoral en incentivar esos estudios (obligatorios para los cuadros superiores), supervisarlos y planificar el tiempo de estudio entre las actividades físicas y las intelectuales. Las tribulaciones de ese formidable revolucionario que fue “el Pelado” Gorriarán y sus “sudores” y dificultades con cierto texto marxista clásico (y Gorriaran tenía estudios universitarios en economía!!!) hacen de la narrativa de esas peripecias unos de los aportes más simpáticos de su relato.

Si eso se hubiera aplicado en Punta Carretas, más de una “vaca sagrada” habría mostrado –ya entonces- lo que después han demostrado hasta la naúsea: que eran unos “verdaderos troncos patrias” en materia de capacidad para pensar, que tenían carencias y agujeros fenomenales en su formación política básica, todo lo que después mostraron plenamente luego de la liberación de 1985 cuanto tuvieron que encarar una vida política “abierta” sin las prenumbras protectoras de la clandestinidad, el secretismo, la “fama” y el aparato.

El drama del viejo MLN-tupamaros –lo hemos dicho varias veces a lo largo de ya demasiados artículos anteriores- es no haber sabido discutir con “sus bases” cuando planteaban estas cuestiones críticas. Y la carencia fundamental de la militancia tupamara es su formidable atraso político, su falta de ejercicio en el estudio, el razonamiento, el debate y el tratamiento correcto de diferencias.

La “nueva izquierda latinoamericana”- y el viejo MLN-Tupamaros, fue parte de ella, por méritos propios- tenía, cuando surgió, delante de sí una tarea de verdaderos gigantes: no solo la lucha en sí, además la diferenciación concreta con “la otra izquierda” (la parlamentaria, la estalinista, la socialdemocrática, y sus secuelas de reformismos y “etapismos”). En el caso tupamaro hubo prolongados procesos de discusión y los documentos conocidos son síntesis de esas discusiones donde hubo “materiales, observaciones, aportes”, que se dejaron para considerarlos “mas adelante” (de ahí “las búsqueda” de ciertas carpetas que perdió en algún balneario EFH, cuando quiso hacer “su historia, de desorejado, que siempre fue).

Lo conocido era lo que se aprobaba en función de las circunstancias. El tema de esas “discusiones perdidas” resurge también en Jorge Torres, por eso es importante esta nota de Zabalza con la que cierra (ver capítulo 8 de su libro) pág. 112: “Aquella confianza de los 60 en la potencialidad del pueblo para salir a la calle a hacer su revolución , fue sustituida en los 70 por una confianza desmesurada en la capacidad del aparato armado para derrotar a las fuerzas conjuntas de Policía y Ejército. Cada vez más alejados de la idea del “pueblo armado y organizado”, nuestra política con armas fue dejando de ser una traducción de los sentimientos e ideas del pueblo trabajador. El concepto de doble poder se restringió a la correlación de aparato contra aparato y condicionamos la emancipación social a los triunfos y derrotas de la fuerza guerrillera . La Columna 70 creada para el trabajo de masas, se abocó a tender la telaraña organizativa hasta el pueblo no organizado… ni se nos ocurrió que su tarea era estimular el desarrollo autónomo de las fuerzas populares .

Y con este párrafo que nos parece revelador (y que honra a Jorge Zabalza) queremos cerrar esta tercera entrega…

 

 

 


 

 


 
Copyright © 2007 SURda All rights reserved. webmaster@surda.se